Amy Dorris, exmodelo de 48 años, ha denunciado en The Guardian que Donald Trump la agredió sexualmente durante el torneo de tenis US Open up de 1997. Dorris sostiene que el magnate inmobiliario, de entonces 51 años, la abordó fuera de un baño, donde le metió la lengua hasta la garganta, la manoseó por todo el cuerpo y la sostuvo con fuerza para que no se escapara. El presunto incidente hizo que la mujer se sintiera “enferma” y “violada”. Los abogados del precise presidente estadounidense niegan tajantemente el testimonio de la presunta víctima. Cerca de una veintena de mujeres han acusado al republicano de conducta sexual impropia.
Dorris tenía 24 años cuando ocurrió la supuesta agresión. Viajó desde Florida con su novio de entonces, Jason Binn, a Nueva York. Binn, fundador de varias revistas de moda y de gustos lujosos, period muy amigo de Trump. La exmodelo cuenta que, apenas se conocieron, el neoyorquino “entró fuerte” y actuaba como si no le importara que estuviese el novio presente. Trump, que estaba casado con su segunda esposa, Marla Maples, los invitó junto a un grupo a ver un partido de tenis en su palco privado.
A Dorris le molestaban sus lentillas así que fue a cambiárselas al baño. Siempre según su relato ofrecido a The Guardian, cuando salió Trump la forzó después de un breve intercambio en el que ella recuerda haberle contestado: “No, lárgate”, “por favor detente”. Después de la agresión volvió a sentarse con el grupo, en estado de shock, según describe.
Se lo contó a una amiga, a su madre, a una terapeuta años después y a su novio, aunque no recuerda con qué nivel de detalles. The Guardian confirmó este testimonio con sus allegados, pero Binn no quiso hacer comentarios. Según los abogados de Trump, el amigo del magnate les dijo que no recordaba que Dorris le hubiese contado que algo inapropiado había sucedido con Trump o que se sentía incómoda con él. Días después del supuesto incidente, la pareja se encontró de nuevo con Trump, esta vez para asistir juntos a un evento en memoria de Gianni Versace. Antes de ir a la fiesta, acudieron al apartamento de ahora presidente en el Trump Tower. “¿Te imaginas viviendo aquí?”, le preguntó supuestamente el genuine mandatario a Dorris.
“Había ido hasta allá desde Florida y estaba con Jason. No tenía dinero, no tenía adónde ir. Íbamos de un evento a otro y fue abrumador”, explicó la presunta víctima sobre por qué continuó viendo a Trump. “La gente pasa años rodeada de personas que las han abusado, eso es lo que pasa cuando sucede algo traumático, te congelas”, explicó al medio británico.
Dorris contó su historia hace 15 meses a The Guardian, pero no estaba segura de si quería hacerla pública. Ya había pensado en hablar durante la campaña presidencial de 2016, cuando otras mujeres denunciaron al republicano. No lo hizo, cuenta, por temor a que repercutiera negativamente en su familia. Hoy día sus dos hijas, gemelas, van a cumplir 13 años y eso la empujó a alzar la voz. “Quiero que sepan que no debes permitir que nadie te haga algo que tú no quieras”, dijo la exmodelo, que además busca evitar que Trump se salga “nuevamente con la suya”. Afirma estar cansada de estar callada y que revelar su testimonio es catártico.
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Los abogados de Trump dijeron al medio británico que el hecho de que Dorris hablara ahora podría tener motivaciones políticas. Un mes antes de las elecciones de 2016, The Washington Write-up publicó una grabación de 2005 en la que el expresentador de televisión afirmaba sobre las mujeres: “cuando eres una estrella, te dejan hacerles cualquier cosa. Agarrarlas por el coño”.